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DECLARACION DE UNA MAGICONSCIENTE. por Bella Clara Ventura*
Envoyé par Bella Clara le 08/09/2008 à 16:51
DECLARACION DE UNA MAGICONSCIENTE. por Bella Clara Ventura*
COLOMBIA: Todavía retumban las palabras de Mayrim Cruz Bernal con su acento boricua y su fuerza universal donde nos proclamaba con sus ojos azul de mar de San Juan que el poeta es el último inocente… y yo con mi colombianidad a cuestas, con un pueblo judío en las venas, un pasaporte mexicano además de ancestros greco turcos, un padre nacido en Sudáfrica, negritud de mis inquietudes, y por haber sido madre en Caracas por vez primera, le reviro desde el amor que no soy inocente, que me debo a los procesos horribles de la Historia que se repiten a pesar de mi palabra, de mi verso y del anhelo de ver la paz llegar a las orillas de cada esquina del Planeta. Pero no puedo ser inocente ante el atisbo del dolor, soy parte inherente de sus manifestaciones, de sus lágrimas, de sus gemidos, de los lamentos tanto interiores como exteriores, me mezclo con sus lagrimones, me incorporo a su indecencia y me revelo aún en la mudez, pues a veces se piensa que hablar demasiado tal vez sea motivo de lapidación o de corte de lengua. Sin embargo dejo filtrar en mis escritos que clamo por un mundo lleno de metáforas, sonrisas de niños de la calle, techo con chimeneas encendidas, y el calor de la madre cerca de sus hijos. Y no, lo que descubro al darle un vistazo al panorama mundial: gente sin techo aún en los imperios, llanto en ojos ajenos, las madres reclamando a sus hijos con cacerolas y sin fusiles, el perro ladrando su muerte mientras un seudo artista, Guillermo Vargas Habacuc cree que hacer arte es poner ante los ojos de los visitantes de la galería donde expuso la agonía de un can que muere de hambre. Y me digo, ¿dónde puede estar el adjetivo de inocente? frente a semejante monstruosidad.
Recurro al diccionario de Maria Moliner y me topo con INOCENTE: del latín “innocens” de noceres y “nocir” que se aplica al individuo libre de culpa o pecado: Adán y Eva eran inocentes antes de la caída. Se refiría a no haber cometido delito o falta determinada. La declaración inocente del delito que se les imputaba. Tener manos limpias de sangre. Y además falto de picardía o malicia. Inocente como un niño. ¡Acaso los niños nacen inocentes! Sabemos que arriban a su patria de dolor con nuevo chip en el cerebro capaces de manejar computadoras, juegos electrónicos sofisticados, celulares con varias funciones y nosotros de otras generaciones quedamos relegados como los brutos del paseo que se amilanan ante la tecnología por haber nacido en época de analfabetas, que no entendían el por qué debían aprender a leer si habían vivido largos años sin la necesidad de hacerlo. Y recuerdo aún con vergüenza pero no sin cierta gracia, cuando salieron los primeros celulares al mercado, se parecían a un bloque de panela o al control del televisor. De distraída o de ingenua por no decir boba, introduje en el bolso el control en vez del celular. La risa de los hijos no tardó en sonar por supuesto cargada de burla y de condena. ¿Hasta cuándo serás tonta? me insinuaron con la mirada calumniadora. El adjetivo huevana al referirme a uno soez, como los que emplean los jóvenes aún frente a sus padres hoy día, sin prejuicios ni reparos. Y yo, cómo he de ser idiota? me preguntaba no sin cierta tristeza, y de inmediato me consolaba: si escribo, si trato de hurgar el alma de los humanos con descarnado interés y con el atrevimiento que mantiene el poeta en su curiosidad sin límites y sin temores aún de llegar a la hoguera porque escuche voces, como Juana de Arco, tildada de loca y de hechicera por atender sus voces interiores como lo hace cualquier poeta cuando se encuentra consigo mismo o consigo misma en un acto de viaje interior.
Ya dueña de 6 novelas, la séptima en recta final, más de 10 poemarios y 30 antologías por el mundo en diversos idiomas y mis propios vástagos me condenaban a ser inocente sinónimo de falta de ingenio! ¡Cómo asumir esa candidez como pureza si ya trae condena! Y por supuesto, no me siento inocente, muy lejana de ese concepto cuando en mi país todos tenemos las manos con sangre, los dólares del narcotráfico circulan entre los dedos manchándolos de muertes o estos mismos surcan el mundo sin que a nadie le interese detenerse sobre su procedencia. Fluyen como las aguas del río, anfitrión de su cauce. O las mujeres que lucimos diamantes, esmeraldas o pieles sin conocer el sanguinario costo de cada una de las piedras preciosas o de las inhumanas cacerías. Bien denunciado el problema en películas como “Diamantes de Sangre” o novelas que ilustran el tráfico y el dolor que causan en su mercenario afán.
También doy largas caminadas hacia la montaña donde la sabiduría se hace cargo de mis pensamientos mientras los pasos respetan la naturaleza y el cielo me cubre con sus nubes.
Nací en el altiplano, donde el clima ha cambiado como otros por el calentamiento global. En un día encontramos las 4 estaciones abriendo el alba con el frío y dejando al descubierto hacia las 12 del día un sol de océanos para retomar la primavera y el otoño antes de volver a los hielos de la noche. Despunté con bríos en el mes de las cos en vuelo, de un año que no diré como reza la leyenda sobre la destrucción de mi ciudad natal, capital de Colombia, Bogotá, un 31 de Agosto de un año que no se dirá… pero ese mito lejos de asustarme me permite demostrar que la energía no tiene edad y menos cortapisas en las piernas de quien anhele sobrevolar sueños e ilusiones en tapetes volantes o en barcos a la deriva. Ya que la idea no es ponerle más años a la vida sino más vida a los años como reza el adagio popular y eso se logra cuando se concibe que la energía no tiene edad. Se comporta a voluntad, tal como la magia o la conciencia en su dulce despertar. Entonces con la disputa de los vientos, me hago poeta desde niña para defenderme contra un universo de pasiones a mi alcance como los manoseos de chóferes o jardineros inconscientes que me acariciaban con el favor de sus manos de hiel. Quise entender mejor el mundo o por lo menos a mi manera, primero negándolo y pensando que lo reinventaría por encontrarlo estrecho y malo. ¡Y cómo no después de esos abusos! Me comprometí conmigo misma como si el quehacer diario de los humanos fuese motivo de mi creación. Y esta misma niña criada en un París, poco anterior al 68, con el psicorigido manejo de las normas y de la educación, protestó desde sus vísceras por saberse que no era inocente y que si permitió el acoso sexual es porque de él debía aprender algo, como bien lo acotan los sabios. Nada es gratuito. Uno atrapa por ley de correspondencia y de atracción lo que va necesitando en el proceso de evolución. Responde al haber de cada individuo en su ciclo de existencia cuando viene a cumplir con una misión olvidada pero que de a pocos va recordando al ir redescubriendo sus motivos de ser. Se precipita otra ley de oro: causa y efecto. Tal vez sino hubiese sido agredida en mi supuesta inocencia, no sería la que soy en mi continuo devenir, aurora de la conciencia que lleva por los rumbos del hallazgo de saberse útil por medio de dones, talentos o aptitudes que conducen al ser en albas al desarrollo de sus funciones para transformarse en la persona que se debe lograr en la adultez. El poeta no escapa al fenómeno de crecimiento, debido a su exacerbada sensibilidad y a la necesidad de denunciar injusticias, mal tratos, abusos de poder etc. Con su mirada de niño inquieto más no inocente sino casi travieso escudriña los espacios, los tiempos y a los semejantes con lupa o al microscopio, creyéndose dueño de verdades y de varitas mágicas para producir cambios por medio de una batuta llamada palabra, donde se orquestan los malestares del vate. Son metáforas las suyas, las propias, las que tienen la validez del prisma con que se observa y se define el verso libre o en rima según le plazca al hombre o la mujer del lenguaje. Este ser ataviado de sensibilidad quiere ir allende visiones para subir y bajar escaleras a la Job, a su antojo para elucubrar mundos mejores, más justos, más al alcance de una imaginación pura más no inocente, bien creativa y retadora. Tal vez de manera utópica, pero quien ha dicho que el pensador por el uso y abuso de la palabra no inventa universos a partir de sus luces interiores cuando se posa sobre la tierra y mira por vez primera hacia las estrellas, redescubre el cielo. Su sesgo se torna elevado y sabe que ya no puede ser del todo animal. Su nueva condición en dos pies le exige visualizar la existencia de otra forma, a su capricho como todos los infantes que pregonan la diversidad del juego. Y se le torna juego adentrarse en las carambolas del destino, donde se pregunta que sitio ocupa su verbo, el mismo que retoma los temas de antaño con la intención de cada quien, como la huella digital de la falange que corresponde a la unicidad de cada persona. Y me pregunto ¿cómo en espacio tan magro cabe el código de barras de cada quien? Muchos dudarán de la veracidad de esta constatación que deja mudo a más de uno, pero lo expertos demuestran que así es. Contra la ciencia exacta no se puede titubear y menos revirar. Por ello, el trovador en su afán de caminos abiertos busca dejar su huella, la que le pertenece como única e indeleble, aún encerrada en conventos como la de Sor Juana Inés de la Cruz, quien buscó su aliento para no permitir opacar su voz, esa música que acompaña la ilusión, al poeta en sus maromas al subrayar que dispone de un canto propio. Vale la pena rescatar la palabra poeta para ambos géneros. Aunque su terminación responda más a lo femenino, bien suena el poeta o la poeta y sino propongo a modo de pueril venganza los empecemos a llamar: los poetos. No creo que estarían de acuerdo con mi sugerencia, por lo tanto dejo abierta la posibilidad de seguirnos nombrando las poetas como mujeres de palabra. La poeta del mar trae a colación un pensamiento: en la novela, Cruz Varela en voz de uno de los personajes femeninos, dice lo siguiente: “De eso se trata, cariño: de bailar todo el tiempo al compás de la música que llevas en el alma. Si nos detenemos un segundo, lo suficiente para contener la respiración sin pensar, podemos percibir que no somos tantos como creemos y que al final somos siempre los mismos los que volvemos una y otra vez a corregir errores. Somos el eterno retorno del que hablaba Nietzsche, la manzana de Pascal, la relatividad de Einstein. Sólo así entendemos nuestra inocencia y que es Dios mismo el centro del que surgen todas las cosas. Y volvemos a ese Dios o Fuerza Superior que nos entrega su chispa divina, ese algo inocente pero no del todo porque ya tiene la presencia de lo humano, tinturado de sombras y bajezas que nos alejan de la divinidad pero a la vez nos llevan por una senda de expiación o del eterno retorno que nos describió con lujo de detalles y de argumentos el filósofo alemán. Nos volvemos divinos y humanos en un abanico de emociones que nos permiten ver claro en las tinieblas y ver oscuro en la claridad, por ese don que nos aleja de la bestia, el libre albedrío, cordón mágico de la voluntad.
Dice Mayrim: Hace poco descubrí que el gran poeta alemán Horderlin [1770-1843] declaró en una carta a su madre en enero de 1799 nombrando la poesía como: “la más inocente de todas las ocupaciones.” Añado que sea tal vez porque muchos poetas no vivimos de nuestra poesía por ser una expresión poco comercial o por no representar una aparente utilidad según muchos gobiernos que no la fomentan. Dudo que aquí de las presentes pueda alguna decir que vive enteramente de su verso. Quizá de algo afín, como los textos ya sean periodísticos, publicitarios o de otro orden pero jamás el que se carga de metáforas y drena el alma como lenguaje propio. Y prosigue La Cruz Bernal: en un bosquejo fragmentario que data del mismo tiempo que el citado pasaje de la carta, dice el poeta: 'Pero el hombre vive en cabañas recubriéndose con un vestido recatado, pues mientras es más íntimo, es más solícito y guarda su espíritu, como la sacerdotisa la flama celeste, que es su entendimiento. Y por eso se le ha dado el albedrío y un poder superior para ordenar realizar lo semejante a los dioses y se le a dado al hombre el más peligroso de los bienes, el lenguaje, para que con él cree y destruya, se hunda y regrese a la eternamente viva, a la maestra madre, para que muestre lo que es, que ha heredado y aprendido de ella lo que tiene de más divino, el amor que todo lo alcanza.'
Entonces con cuánta alegría retomo a esa sacerdotisa con su fuego sagrado que trae en sus manos el talento, la sensibilidad y la comunión con la divinidad para abrir sus canales al parir metáforas en el nido de la victoria. Representa la mezcla de sortilegios desconocidos por el común de los mortales que cierra sus antenas ante el mundo y se hace más masa en su relación con los números, la sociedad de consumo y el valor de lo material. Aparecen los dones de la mujer vestal que se dibuja con intuiciones, de elementos de la alquimia para hacer cantar su voz de la entraña, anfitriona de las musas y del color de los paisajes interiores. Y es cuando aún con la hoguera a cuestas, la voz no se pierde, se perfila con su propia fuerza en un calidoscopio de tonos y medidas. Prefiere llegar hasta la última llama con tal de mantener el secreto de sus rumores del alma, aquellos que acuden con el fulgor de la brillantez de los espíritus superiores. El embrujo de sus hálitos no desconoce la sabiduría milenaria del inconsciente. Tal vez sea a ese estado de inocencia al que se refiere el poeta cuando regresa a la fuente de manera pura casi automática, pero otra vez disiento, es seguir en el camino de la conciencia para ver el adentro, el hallamiento de la voz universal, huésped del alma, que se apoda inconsciente colectivo, sabedor de todas las verdades aún las más vedadas o veladas. Ese sendero que logran los poetas en su silencio, en sus dolores, en sus búsquedas y confusiones aún frente a la muerte que sorprende cuando sabemos que el fiel destino de todo ser es su fin. El poeta se hace inmortal porque le trasciende el verso, la obra. Algo que quizá no sea de utilidad en el mundo del negocio pero sí en el de los confines de la geografía interior del ser humano que comprende que desde que nace empieza a morir. Sin embargo se hace el loco frente a la fecha de la partida, porque le incomoda como todos los asuntos de lo íntimo, de lo espectral: lo del más allá, si con el aquí y el ahora se ve a gatas y en lo oscuro. Pinta la muerte lejana y extraña, hasta el día que toca a la puerta y asombra. Sorprende cualquier fascinación ante un hecho mágico o diverso en la cotidianidad, como suele ocurrir en el momento de la despedida que también maravilla por los cuentos narrados de un túnel que se viste de luz y permite un recuento de la vida en flash back, comportándose como la película o el guión de cada uno donde el protagonista resulta siendo el agónico o el muerto. Y aunque se asocie al temor de lo desconocido, la pulsión de Tánatos y de Eros se hace presente al unísono mientras “La capacidad de asombro, el anillo en la mano”. Pero cito: “lo más profundo del océano” pueden ser también las muertes. Porque esto también tiene que ver con las ausencias, esa “última inocencia” que me hace pensar en una correlación con no sólo la muerte si no el suicidio de los inocentes. Alfonsina, Whitman, Pizarnik, Paul Celan, Sylvia Plath, Violeta Parra, Julia de Burgos, mis inocentes. Tiene que ver con sexo, con miradas, tiene que ver con el niño y la niña habitantes en cuerpos grandes, cristales deambulando alucinados. Tiene que ver con la poesía. El poeta, el verdadero poeta, el hombre o la mujer que define libertad, que persigue la verdad y el amor, que se da sin dobleces, sin fingimiento, que no conoce la palabra miedo o rencor u odio, que no permite poner en su boca la palabra imposible, y que es dueño de sí mismo, de su plaza, de su pedazo de mar, y a la vez poseedores de nada.
Esa nada que nos transmite el todo, porque volvemos a la falange para reconocer que somos uno en un pedacito de tierra llamada Planeta donde lo esencial se verifica invisible a los ojos como lo planteaba Saint Exupéry, maestro de la sabiduría del occidente que por medio de un personaje inocente: El Principito, nos devuelve la piel de la pureza, que de niño lo tiene todo, el asombro y la capacidad de análisis, pero que permea a la luz cómo vislumbra al humano. Quizá, Mayrim en su logro de recreación y fantasía piense en el Principito que llevamos todos en el interior como arquetipo para afirmar que el poeta sea el último inocente. En ese sentido tejo un puente pero regreso a mi tesis inicial donde me declaro una “magiconsciente” porque al abrir los canales del sacerdocio de la poesía me doy cuenta que no son sólo mis voces ni mis actos los que filtran mi verbo poético sino una musa escondida, llámese poder creativo, voz espectral, sentimiento sublime o you name it como dicen los de habla inglesa, los que producen una presencia que no responde a la inocencia sino a la conciencia. Mi palabra favorita porque al destapar los ojos se ve lo invisible, lo verdaderamente importante que ya no confunde sino funde. Y es hacia ese lugar donde quiero llegar con el binomio perfecto de la magia y la conciencia de una vida que recobra su sentido, celestina de fuerzas enigmáticas que me hacen pensar en la poesía como la fórmula de sortilegios que dejan la vida en torbellino y en la búsqueda del amor, palabra sagrada que no me hace inocente sino una verdadera buscadora de los sentidos que más me acerquen a la Fuente, al enlace entre lo divino y lo humano de manera mágica y consciente. Estados que engolosonino no sólo en el paladar sino en el alma, la drenadora de un lenguaje que me resulta familiar y tan anaranjado como las auroras en Puerto Rico, país que amo por la cercanía de su cultura a la nuestra y por contener a mujeres tan maravillosas como Mayrim Cruz Bernal, Julia de Burgos que domestiqué o almé, palabra que prefiero, gracias a un encuentro en Puerto Rico hace unos 6 años, en honor a este personaje con anticipada emancipación. Mayrim sigue siendo mágica e inocente al declarar con humor que tuvo 77 amantes, varios maridos que ya no cuentan y una necesidad imperiosa de escribir porque la regresa a su inocencia, la mía es llamada conciencia. Tal vez sea lo mismo pero como cada cosa se nombra a la manera de cada cual, yo me inclino hacia la mía. Desafío que me impuse para buscarle la vuelta a la palabra inocente, trillada y mal descrita en la obra “Los Inocentes” cuando asocia esta condición a atrasados mentales. Quise cargar mi palabra inventada “magiconsciente” de mis influencias y aciertos. Con respeto por lo que Mayrim defiende con ahínco cuando recuerda que: El día 25 de octubre de 2006 [día de mi cumpleaños], en Chañaral, Chile, escribí en mi libreta: En el agua todos somos islas que navegan hacia un mundo. Y añade: Soy privilegiada de vivir en una isla y ver el mar todos los días de mi vida. Mi país no es un país, es un lunar de mar… Soy privilegiada de ser testigo, madrugada tras madrugada, del silencio de nuevos amaneceres, porque la vida no amanece para mí, la flor salvaje no emana su fragancia para mí, el pájaro no canta para mí. Raro ser por fin inocente en esta inmaculada declaración, donde vestida de poeta le doy voz a mis silencios. Porque mi vida sí se trata de mí, y el cielo es anaranjado porque yo lo pinto, y la fragancia de la flor salvaje habita entre mis piernas, y el canto del pájaro es mi voz.
Le sugiero desde la conciencia que me habita que el cielo toca mi epidermis, que las nubes son mi brújula, que las estrellas están a 2600 metros más cerca de mí para producir una amalgama que me defienda de todos los vientos adversos y hacer de mi vida el canto que sale de mis jardines interiores cuando la magia se hace fragancia en mi cuerpo, el pájaro me sonríe con su plumaje alborotado, y porque la vida sí amanece para mí en esplendor y en silencio cuando con conciencia y magia me hago a su regazo y pinto mis días a mi manera, como bien lo cantaba Sinatra para formar el binomio de la magia y la conciencia. Y por ello me permití buscarle a mi acomodo otro nombre a la inocencia que describe Mayrim Cruz Bernal y declararme con la voz en alto una magiconsciente, neologismo que me libera de otros conceptos y me permite fluir con las manos menos ensangrentadas aunque con espinas en los dedos y apuntes sin concluir. Me engolosina ser esa magiconsiente que siegue en la ardua tarea de escribirse y reescribirse en hojas de parra o de papel a la sombra de cualquier ataque o en el encierro de los muros del alma, amante de las magias y de la conciencia, urdidas en la filigrana de cada día. Sin la voz de la inocencia sino la del ingenio, representada en el reto del diario vivir con pasos en pinitos y los labios en el eco de la Historia, repitida en gloria o en fracasos. De ellos aprendo que soy esa magiconsciente observadora del cielo sin telescopio sino con el atisbo del corazón, que de magias y de conciencia sabe mucho.
Bella Clara Ventura
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BAS LES MASQUES !
Envoyé par Albert-Marie le 26/06/2008 à 12:58
Albert-Marie Guye*
La vraie famille est celle qui vient du cœur. La vraie patrie est celle qui parle au cœur. Aussi faut-il parfois du temps pour que surviennent l’une et l’autre. Ainsi faut-il quelques rejets, des renoncements, des désaveux pour enfin vivre une vraie famille dans une vraie patrie. L’essentiel est de garder un cœur tout neuf avide d’obtenir ce qu’il désire. Cela peut prendre du temps. Cela peut prendre beaucoup de temps. Mais la richesse du temps ne réside pas forcément dans la durée mais dans l’usage que l’on en fait. Et puis, pourquoi parler de temps puisqu’il n’existe pas ? Ce n’est pas le temps qui passe mais bien nous qui passons. Alors convient-il mieux de dire que le chemin peut être long qui nous conduit au bonheur d’une vraie famille et d’une vraie patrie. L’essentiel est d’oublier toutes les erreurs, tous les mensonges qui peuvent nous confiner dans une famille qui ne vient pas du cœur mais du hasard. L’essentiel est de remettre en question le prétendu bienfondé du hasard – ou de qui ou de quoi que ce soit – qui nous a fait naître dans une patrie pas faite pour nous. L’évolution est cause de beaucoup plus de déchirements que d’accommodements. L’alternative est pourtant nette : ou vivre une vie de mort-vivant voulue par d’autres, ou naître enfin à la vraie vie voulue par soi. Pour cette raison, initialement, l’existentialisme avait autorité : l’existence précède l’essence. L’homme surgit dans le monde ensuite il se définit, il se choisit. Pour cette raison sans doute convient-il de retrouver l’existentialisme. Mais l’essentiel est de garder – imperturbablement – un cœur tout prêt à l’accueil de ce qu’il a toujours désiré. Oh ! La joie, l’enthousiaste découverte, la surprise enivrante de pouvoir un jour s’écrier : non, je n’ai pas changé ! Je n’ai pas rencontré ce que mon cœur désire depuis l’enfance, mais je le désire toujours ; aussi je le prendrai dès qu’il surviendra, quelque révolution que je dusse opposer à la routine en apparence résignée de mon actuelle vie. C’est cela être jeune. Pas autre chose. Et cette disposition est fort utile pour méditer sur l’éternité et pour l’envisager sereinement. Naturellement, le concept de réincarnation – pour autant que cette dernière existe – pourrait nous aider à comprendre les raisons karmiques nous ayant plongés dans une famille, dans une patrie qui ne nous conviennent pas du tout et qui contrarient la réalisation de nos désirs existentiels légitimes. Et la conscience de la cause de ces limitations ne nous est donnée que lorsque la dette karmique est épuisée, et que le moment est venu de vivre librement selon les désirs légitimes de notre cœur. Malheureusement ce processus peut demander l’écoulement d’une vie entière. Et dans ce cas jamais le sujet n’a conscience du processus, il subit car aucune autre issue n’est programmée pour lui. La conscience ne vient à l’homme que lorsque le moment est venu de passer à l’échelle de vie supérieure. Et, pour le cas où il ne choisirait pas d’évoluer, il retournerait là où il s’était arrêté, lors de sa prochaine vie et devrait rectifier l’erreur en agissant. Un seul mot qui sert de détonateur : conscience ! Elle est le signe du départ. Pour le reste, s’accoutumer aux notions de réincarnation et d’existentialisme est consolant – et ce, dans l’attente éventuelle d’obtenir un jour des preuves de la réincarnation. Un temps pour croupir passivement dans une famille qui ne nous convient pas, ce même temps pour s’étioler passivement dans une patrie qui ne nous convient pas. Et puis un deuxième temps pour en avoir assez de croupir passivement dans une famille qui ne nous convient pas, et pour s’étioler dans une patrie qui ne nous convient pas. Enfin, le troisième temps pour tout jeter et pour partir vivre ailleurs dans une autre famille. Et comme ce n’est pas le temps qui passe mais nous qui passons, point n’est besoin de décréter qu’il est trop tard pour vivre. Nous n’avons pas de fin, alors pourquoi vivre au rythme des horloges ? Laissons tous ces jeunes, insensés forcément comme sont tous les jeunes, estimer que leurs aînés sont trop vieux pour continuer à vivre pleinement. Et rétorquons-leur – s’ils sont trop impertinents, uniquement – que les cimetières sont également peuplés de morts jeunes et de jeunes morts. Mais à ceux qui sont respectueux ne retirons pas l’illusion de la jeunesse : cette maladie passe très, très vite. Par contre l’on voit souvent des hommes, traités de « vieux messieurs », aimés par des jeunes femmes comptant quelques décennies de moins qu’eux… Oh ! Que même très jeunes, les gens fonctionnent à coup d’idées reçues, de critères éculés et de manipulations mentales… Dans un temps, pas très lointain, on obligeait ces jeunes à mourir pour leur patrie dans de « justes guerres »… Heureusement, sur ce chapitre-là, la raison a réglé son compte à la bêtise meurtrière érigée en raison d’état. Mais faut-il, comme le chien retournant à son vomi, se croire rivé à vie jusqu’à la mort à une famille, à une patrie qui ne viennent pas du cœur et qui ne parlent pas au cœur ?
La vraie patrie. La vraie famille. Je n’ai, pour l’instant mais ce n’est que partie remise, réussi ni l’une ni l’autre. Certes on m’a fort aidé pour échouer dans ces deux domaines… Pourtant je ne jugerai personne, pas mes parents, par exemple, surtout pas mes parents. Ils ont fait ce qu’ils ont pu dans ce village de malheur dans lequel jamais ils n’auraient dû échouer. Ils ont cru devoir faire ce qu’ils ont fait – dépassés qu’ils furent par les événements désolants et par une mentalité villageoise de cloportes. Ils ont croupi dans un cloaque malgré toute leur bonne volonté. Et par surcroît combien ai-je pu les décevoir ! Aussi reviendrai-je sur le sujet lorsque mon évolution le long du temps le permettra. Là encore, seul le concept de réincarnation expliquerait les situations et les rendrait admissibles. Laissons les morts enterrer leurs morts et vivons notre vie, là devant nous ici et maintenant, telle quel nous aurions voulu la vivre dès le commencement de nos légitimes aspirations !
Bas les masques ! Du plus loin qu’il m’en souvienne, j’étais porté vers la création de quelque chose. De quoi ? Je ne le savais pas précisément. De la musique, de la littérature, de la photographie, tout mode qui serait passé à ma portée. J’étais attiré par les forêts, par la neige, par la solitude voulue si bénéfique, par la contemplation de la nature et la réflexion sur l’au-delà, par la prière, par une forme équilibrée de vie religieuse libérale non coupée du quotidien – ou, au contraire, par la vie érémitique. Et, par-dessus tout – cela m’est révélé maintenant – le domaine au monde qui m’a toujours préoccupé le plus est bien celui de la communication. Or, que de moyens ne sont-ils pas déjà passés à ma portée ? Le commerce, la livraison à domicile des médicaments que j’effectuais à la campagne, la lecture des épîtres lors des messes catholiques, l’hôtellerie, les offices religieux assurés comme organiste sur cet instrument historique de Joseph Callinet, la location de studios pour étudiants – et la défense des droits des locataires… L’écriture littéraire, l’édition associative, toutes ces lettres adressées depuis plus d’un quart de siècle à des personnalités de tous les bords et qui toutes m’ont répondu, me répondent et me répondront encore… Oh ! Pourquoi ne pas insister sur la prière – ce noble, ce divin mode de communication hiératique entre tous puisqu’il nous relie au grand Tout, au Grand Architecte de l’Univers, à Dieu – quelque nom que nous puissions lui donner ?
Bas les masques ! Ce que je n’ai pu faire, l’espace m’est donné pour le faire tantôt – fut-ce dans dix, vingt ou trente ans. Souvenons-nous que l’âge est une illusion d’optique. Bas les masques ! Tant de moyens de communication m’ont été donnés depuis le berceau que je serais bien ingrat de me plaindre de quoi que ce soit ! Bas les maques ! Les frontières géographiques, que je n’ai pas franchies des pays qui m’attirent tant, ne demandent pas mieux que de voir mes visas ! Bas les masques ! Et la petite famille que je n’ai pas encore fondée existe toujours en puissance, en germe quelque part – l’homme ne connaissant pas la ménopause…Bas les masques ! Pourquoi vouloir me coller une étiquette ? Je puis avec tant de facilité passer d’un mode de communication à un autre ! Je sais si bien préparer mes démissions en ne laissant rien paraître durant des années mais en ourdissant méticuleusement les modalités de mon futur départ – aidé en cela par mon signe astral en Taureau qui fait tout le bruit et le vent possible pour détourner mes intentions. Mais en fin de bilan c’est mon ascendant au Scorpion qui va trancher, détruire, tuer pour une autre renaissance… Bas les masques ! Pourquoi vouloir me coller une étiquette ? Je puis avec tant de facilité passer d’un mode de communication à un autre ! Ainsi donc n’ai-je pas à faire le trottoir en adulant ce qui ne mérite que désintérêt. Ce qui compte avant tout pour moi est de communiquer avec des gens qui répondent à mes avances ! Bas les masques ! Je vous ai pour lectrice, pour lecteur ! Bas les masques ! Je sais tant m’attirer de sympathie pourvu que je veuille m’en donner la peine – immonde paresseux que je suis dans bien des domaines ! Bas les masques ! Etre énigmatique, je suis à l’abri de toutes les étiquettes que l’on peut chercher vainement à me coller sur les méninges ou bien ailleurs. Bas les masques ! Que l’on me traite de libre-penseur et je répondrai que, oui, je suis un libre-penseur s’il m’est possible de penser autrement que les libres-penseurs… Bas les masques ! Et que les moutons, les robots et les morts-vivants de l’esprit et du cœur me tancent vertement si je vous certifie que je vis très heureux !
On n’oublie jamais rien, on vit toujours avec
Le temps n’efface ni le bien ni le mal qu’on fait
Quand l’amour revient on s’envole avec
Les sens s’exaltent et l’on parvient à voir le monde parfait
Beaucoup de nos amis croient que notre histoire est finie
Tu pourras aller au fin fond de l’univers et au-delà
On n’est jamais loin, dans nos coeurs on est uni
Et si un jour je venais me réchauffer à ton bois
Et si tu m’enlevais sur ton tapis volant aux mille éclats
Et si l’on vivait au jour le jour et refaisait le bonheur
Mille et un souhaits deviendraient réalité douce en saveur
Avancer comme je le pense il n’y a guère de hasard
J’apprendrai ce qu’est le temps d’attendre pour toi
Je veillerai sur nous et tu grandiras dans de beaux draps
Paris 16ème, 25 mai 2008
Hayet AROUS -
L'Arbre de Notre Amour
Envoyé par papillonspirale le 09/04/2008 à 13:03
L'arbre de notre Amour
Ses branches belles et larges
Telles des doigts agiles
Font glisser ses feuillages
Dans la lumière d'Avril
Le Ciel plein d'un feu
Passionné mais serein
Accueille avec fierté
Toutes ces caresses fertiles
La transparence du Vert
Cru, tendre, qui pétille
Se mélange au brillant
Des rayons qui scintillent
Notre arbre est majestueux
Quand tournés vers les Cimes
Nous contemplons ses feuilles
Dans la Lumière Divine
Mais parfois le Vent souffle
Et la tempête caresse
S'immisce dans les Ramages
De l'Arbre plein de promesse
Stupeur, étonnement
A l'instant plein de force
Notre arbre prêt à tomber
Hélas n'a pas de pieds!
A regarder au ciel
Dans la lueur d'Amour
Spirituel et Divin
Nous avons oublié de nourrir ses racines
Ces racines de la Terre
Coupées du quotidien
D' la maison, des affaires
Avaient... mon dieu... si faim
Assoiffées de Terreau
Elles volent au dessus
D'une souche qui sans feuille ni branche à nourrir
Occupe malgré tout ce sol où atterrir
L'arbre est donc bien beau
Et rempli de promesses
Mais dépourvu de Terre
Il risque de mourir
Sa sève vient du ciel
Parsemer les feuillages
Et le feu du soleil
Nourrit tous ses branchages
Mais la sève nourricière
Celle qui vient du bas
Du Terreau, des racines
Hélas ne monte pas
Cet arbre en l'air, fragile
Attend avec patience
Que la souche du passé
Laisse passer ses racines
Pour qu'elles puissent,
Assoiffées
Avoir accès au sol
Et pouvoir s'y ancrer
La souche n'a plus de feuilles
Elles lui furent enlevées
Mais ses racines tenaces
Restent là, accrochées
Occupant toute la place de la Terre, du Foyer
L'arbre rêve et patiente
Il se nourrit du feu du soleil qui l'apaise
Cette absence de Terreau
Est malgré tout constante
Alors parlent les Peurs
Les maudites Tigresses
Qui veulent noyer l’Bonheur
Déverser la tristesse
« Comment imaginer
Que l' plus beau des Amours
Pourrait toujours voler
Et oublier qu'un jour
Las, bientôt fatigué
D'attendre en l'air toujours
Finirait par chuter
Accroché par un vent
Qui s'il était ancré ne l'aurait qu'effleuré »
Cette fin certes est possible
Et n'est à oublier
Mais nourrie par la Peur
Elle aveugle nos pensées
Au lieu de maudire l'Arbre qui fragile se balance
Mettons notre énergie, notre amour, nos deux âmes
Enfin en harmonie
Pour éviter le drâme
Unissons nos deux corps, nos sexes, nos cœurs, nos âmes
Pour enfin faire grandir cet arbre merveilleux descendu droit des Cieux
Offrons lui une Terre où nourrir ses racines
Laissons monter la sève au creux du tronc fragile
Je sens bien ces racines tout profond dans mon ventre
Et ne me laisserai pas quand surviennent tes peurs
Aveugler le tableau d’un si puissant bonheur
Me couper de cette Antre
Certes moi aussi parfois j’oublie aussi mon centre
Et maudit cet amour en pleine apesanteur
Et aimerais savoir …et cette question me hante
Si cet arbre qui vole trouvera le bonheur
Au lieu d’nourrir nos peurs et créer nos colères
Je te propose enfin un petit tour…sur Terre
Laissons donc nos racines
S’enlacer et se plaire, caresser, et jouer
Dans la vie…ordinaire !
Au lieu d’chasser le vent ,
D’souffler sur les nuages
Et d’écouter nos peurs nous entrainer bien loin
De cet amour Divin
Ouvrons donc grand les yeux, et posons sur la page
De cette Union si belle
Un pied, un tronc, une traîne
Qui jusqu’à la terre ferme ensemble nous emmène.
N’écoutons plus nos Peurs
Mais notre Flamme Intérieure
Et ancrons là, à Terre
Notre Arbre plein de Fleurs
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LE RÊVE EST UNE RÉALITÉ. Par Étienne PARIZE*
Envoyé par L'équipe le 28/03/2008 à 09:39
Longtemps j’ai rêvé de bonne heure… Nous nous prenons à l’espèce de jeu qui consiste à fabriquer le rêve dans l’espoir que notre avenir prenne les formes, l’espace et les orientations rêvés. Pourtant, vagabonder ainsi – car rêver signifie étymologiquement « vagabonder » -- ne sert qu’à planter des jalons là où nous voudrions qu’ils soient, là où notre désir profond élève les amers. La pseudo faculté de rêver n’est pas l’apanage des poètes que la petite critique place définitivement dans la catégorie des « doux rêveurs ». Chaque créature de ce monde rêve, c’est-à-dire qu’elle est en mesure de produire du rêve ; chaque être se construit un édifice mental – ou un paysage, ou un personnage, etc. – différent de celui qu’il occupe d’ordinaire. Dans l’esprit de celui qui le rêve, cet édifice, par exemple, obtient un certificat d’authenticité, une attestation de réalité. La vérité de la construction s’anime parmi les paysages et les formes réels et ordonnés que le regard perçoit dans la lunette avant de son horizon. Sa vérité atteint « … Cette plus haute forme de la connaissance : le rêve, l’adoration du silence ». [1] Ce parcours mental permet en effet aux marcheurs « intérieurs » de porter leur méditation à un haut degré de connaissance.
Autrefois je pensais que les plans du rêve donnaient accès à un monde parallèle dans lequel il ferait bon vivre et organiser la destitution de l’ici médiocre. Je me suis vite rendu compte que le trajet à accomplir pour parvenir à l’ailleurs ne conduisait qu’aux illusions et que le rêve, en somme, n’intervenait dans la grisaille ambiante que pour donner à celle-ci un caractère et un relief qui la recouvraient sans jamais l’anéantir. A ce moment là, je sus que le prétendu rêve naissant n’était qu’une sorte d’ampoule du réel, un surgeon de la réalité, et que ses racines couraient dans le même limon que toute chose en ce monde qui donne sens à la vie. « Un être humain ne pourrait pas vivre dans un monde sans mémoire et sans rêve. Prisonnier du présent, il ne pourrait pas donner sens. ». [2] Le rêve n’est donc limité qu’à cela. Réel et rêve s’imbriquent l’un dans l’autre, et le poète ne rêve pas davantage que le paléontologue ou que le dermatologue. Le rêve « donne sens ».
Le véritable rêve serait, sans doute, celui qui permettrait d’avoir accès, au moins un temps, à un monde parallèle, non relié au nôtre, un monde dans lequel une sorte de voyage cosmique totalement indépendant de la réalité serait possible, avec l’accord tacite du corps inerte, demeurant feuille morte le temps du voyage. L’Homme ne rêve que le vrai, et le vrai ne fabrique que son rêve à l’échelle humaine que le temps et l’espace lui donnent. Notre rêve terre à terre a les mêmes particularités génétiques que le réel et « … le réel [est] une des virtualités du rêve ». [3]
Étienne PARIZE, poète du monde :
[1] Christian BOBIN – Le huitième jour de la semaine.
[2] Boris CYRULNIK – Parler d’amour au bord du gouffre.
[3] Jorge Luis BORGES – L’auteur et autres textes.
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A propos de la littérature africaine.
Envoyé par Janvier le 04/03/2008 à 09:20
A propos de la littérature africaine. Par Janvier Yemele*
La littérature est le reflet d’une identité, l’expression de l’état de l’âme, une contribution au tourbillon de l’époque, ou le résultat d’une civilisation reçue. Nous ne saurons parler de la littérature contemporaine africaine sans parler de l’Afrique des ancêtres. La littérature africaine est faite de deux étapes ; la première étape est une littérature orale très riche, faite de proverbes. La deuxième étape est cette littérature née des cendres du commerce honteux. A peine cette littérature écrite africaine se faisait, que vinrent les forces coloniales [l’escargot rentra de nouveau dans la coquille], non sans avoir perdu ses antennes. Après le relâchement de l’étau colonial est venue une génération d’écrivains défendant la cause africaine [Très vite combattue]. Ensuite une génération d’écrivains qui, par manque de ressourcement, aveuglée par une civilisation reçue, perçoivent ou font percevoir la littérature africaine telle qu’ils l’entendent et non telle qu’elle l’est réellement. La littérature n’est pas rétive. D’ailleurs un poussin ne saurait évoluer sans subir la mue ! Le fossé qui sépare les fondateurs de la littérature africaine de certains écrivains contemporains c’est la langue [qui n’est qu’un outil de transcription]. Sous les dialectes africaines se niche la sagesse à l’état pur et aucun de ses fils ne saurait se targuer d’être un digne représentant des valeurs littéraires et éthiques en restant coupé ou en omettant de traîner le fil ombilical desdites valeurs. Ce serait un ambassadeur venu de nulle part. A propos, il se constate un fait ; certains, à court de ressourcement et d’imprégnation de l’éthique et de littérature africaine [mais dotés de moyens], perçoivent ou font percevoir une vraie fosse image de ces valeurs. Pour preuve, certains d’entre eux ne comprennent même pas leurs langues maternelles portant le jus de la sagesse africaine. D’autres, imprégnés de ces valeurs, manquent de possibilités et moyens de répercuter et de faire rayonner lesdites valeurs. Ce phénomène d’écrivains sans horizons ressemble fort bien à une situation de faux successeurs illégitimes fortunés, et vrais successeurs pauvres. Si cette évasion littéraire de certains écrivains contemporains africains n’est motivée que par le désir de se défaire du carcan identitaire africain, ce serait une maladresse car ces mêmes carcans identitaires les retiennent des égarements, les protègent et leur donnent le « MOI » dont ils devraient en être fiers. Sur chaque grande chose ou sur chaque grand évènement se fait toujours un vrai et faux rapport, de là à rendre mythique ladite chose ou ledit évènement. Tel est le cas pour cette double identité de la littérature africaine. Seuls les plus futés mettent le nez sur la vraie. L’éthique sociale africaine est mise sur l’éteignoir de par le refus de l’exclusivité africaine par ses propres fils. Pour peu qu’ils traversent les frontières africaines, certains de ses fils teintent la voix, gomment la peau ou rendent le nez pointu. Il se fait un constat que l’Afrique est en mal de l’éthique sociale et de littérature. Le coup fatal qu’un malade puisse recevoir c’est le fait d’être renié par les siens. Je pense et j’espère qu’il s’agit d’un épiphénomène et non une tendance de fond car une tendance de fond suppose une mutation progressive ou accélérée, caractérisée par un élagage raisonnable ou excessif des us existants. Or un épiphénomène est un agissement à comparer à une vague d’eau qui vient d’ailleurs et recouvre le nid d’eau, contrairement à la tendance de fond qui est comme une eau qui sort du nid et se répand. J’ose espérer que cet épiphénomène est semblable aux vagues qui couvrent les rochers et repartent toujours. Si tel est le cas deux questions se posent ; D’un, pour combien de temps cette vague [épiphénomène] submergera –t-elle le nid ? De deux, pour combien de temps le nid [tendance de fond] résistera-t-il à la vague d’eau ? Le fait que les responsables africains aient converti les fils africains en valeurs matérielles lors du commerce honteux n’est pas une plus grande traîtrise que ce que font certains fils de l’Afrique aujourd’hui en se gommant la peau, en se taillant le nez ou en timbrant leur voix. Si l’Afrique est morte, peut-on se targuer d’être digne orphelin en refusant de porter le képi de son Afrique ?
Janvier Yemele*, poète du monde: -
TRAVIESAS GEOGRAFIAS
Envoyé par Bella le 31/12/2007 à 13:04
Comme jamais
hier soir j’ai fait l’amour
avec des éclatements de lumières et de détonations.
J’ai offert l’orgasme à tous les hommes
qui font du mal aux femmes.
A la façon d'un pardon
Pour commencer l’année en train de
faire table rase
Je désigne le subtil
dans les croisements des mains bien serrées
dans l’embrassement enflammé d’ une passion
aux couleurs de feu,
dans des caresses d’espiègles géographies,
et dans les enlacements d’univers
dont la peau hérisse .
Nous sommes invitée dans le rouge à vif
Au festin de la chair.
J’ai su revivre son haleine sans distance.
Je le savais sans yeux
mais avec regard.
Sans corps
et cependant…
Bella Clara (traduction José Véro)
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Como nunca
anoche le hice el amor
en estallidos de luces y estampidas.
Brindé el orgasmo a todos los hombres
que le hacen daño a las mujeres.
En son de perdón
para empezar el año con
borrón y cuenta nueva.
Lo sutil dibujé en
el cruce de manos apretadas,
en el beso encendido de una pasión
de colores en fuego,
en caricias de traviesas geografías,
y en abrazos de universo
en la piel erizada
que nos convidó en rojo vivo
al festín de la carne.
Reviví su aliento sin distancia.
Lo sabía sin ojos
pero con mirada.
Sin cuerpo
y sin embargo con presencia.
Eras tú, Dios mío,
a mi alcance
fundiéndome en ignotos propósitos
para un nuevo año
que avecina su nariz
con las aromas,
divinas esencias
que todavía se riegan en mis paraísos interiores
mientras tu Voz
delinea mis méritos,
de ser mujer para olvidar desengaños
y propuestas no cumplidas.
Soy mujer en el huracán de tus gemidos.
Dama de coronas me hago
en tus brazos.
Viento cálido en el eco de la entrega.
Camino hacia al altar.